miércoles, 25 de agosto de 2010

25- Día del Peluquero: 25 de agosto

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Un oficio... una vida...

Peluquería EL TRÉBOL

1941 - 1952 : Estación Arenales
1952 - 1958 : General Arenales
1958 - 2010: Junín

Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo)
69 años junto a su sillón
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) en su peluquería
de Estación Arenales, década del ´40
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EL PELUQUERO

Reciban mi saludo de amistad
en mi labor halagueña,
en mi negocio que es "peña"
de toda la vecindad,

toda noticia del barrio
hasta el último detalle
con el sentir de la calle
llega aquí, al comentario,

lo real, lo imaginario,
todo cae de perilla
mientras que sobre la silla
aguardando está el diario.


Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) en su peluquería actual
"EL TRÉBOL" - Junín 2010
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) junto a su primer sillón de 1941,
en su peluquería actual
"EL TRÉBOL" - Junín 2010
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PELUQUERÍAS

En mi niñez conocí tres peluquerías, las de Don Positeo Díaz, José Dorado y Ramón Gutiérrez.

MARTÍN BARROCAL

Cuando Díaz se ausentó yéndose a Buenos Aires, Martín Barrocal se instaló en la esquina donde en 1938 entré como aprendiz y para el año 1941 Barrocal se trasladó como Jefe de Teléfonos a la localidad de Berutti, así el día 28 de octubre quedé como patrón con mis escasos 16 años cumplidos.

Martín Barrocal
(década del ´40)
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De Martín todo lo que puedo decir es que para mí no fue un patrón, más bien encaja la palabra hermano, por el afecto que nos teníamos.

Como peluquero lo certifican quienes fueron sus clientes.

Fue muy serio y prolijo en su trabajo, muy buen jugador de fútbol de fuerte shot y muy inteligente y diestro con el balón; también jugaba muy bien a las bochas. Siendo normal y formal fue un muchacho ejemplar.

Como anécdota recuerdo cuando él se fue a la revisación médica para el Servicio Militar, a la ciudad de Mercedes, en 1939, estuvo ausente por una semana y se salvó de quedar incorporado.


Lulo Alvarez
(década del ´40)
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Por esa semana quedé al frente de la peluquería con mis escasos 14 años, atendía a los clientes y a la noche iba a dormir a la casa de él para acompañar a su madre, Doña Marcela, y a sus hermanas, Carola, Chola y Matilde, donde yo era el hombre a cargo de la seguridad, qué tal?

Con respecto a mi trabajo en la Estación puedo decir que en mi inicio trabajaba mucho en la afeitada semanal, y eso hacía más frecuente el contacto con el cliente.

Uno tenía tanto conocimiento de ellos que sabía de qué temas debía conversar con cada uno y cuales eran los temas que no se debían tocar jamás. Por lo tanto se familiarizaban con el profesional y le contaban los problemas cotidianos de sus tareas, confesiones personales, con una confianza tan afectiva que hasta los propios familiares ignoraban, y esa relación se llevaba al extremo de hacerlo participar en toda reunión familiar, cumpleaños, casamientos, etc.


Lulo en su peluquería (década del ´50)
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Los peluqueros éramos una familia de puntillosos observadores de la realidad y cronistas de la comunidad que nos rodea y siempre fueron número puesto para iontegrar la C.D. del Club y toda otra inquietud del barrio que lo tenía como integrante o vocero de todo reclamo comunitario. Por eso en mi inicio me tocó ser humilde ciudadano de consulta en mi comunidad, cuando las noticias recalaban en los mostradores de los negocios.

En la peluquería, en mi tiempo de la Estación, no había electricidad y unos pocos teníamos radio a acumuladores, la de pila no se había inventado, aún los diarios no se compraban tan masivamente como ahora, por lo tanto las noticias corrían de boca en boca. Ubicándonos en esa época se podrá comprender que mi peluquería era lugar de comentarios de fútbol. boxeo, carreras cuadreras, bailes, alguna colecta para ayudar al vecino apremiado generalmente por la salud. El peluquero se hacía práctico en todo los temas posibles, política local, internacional, tareas del campo, los deportes, lo artístico; en fin, sin ser expreto, he sido práctico para defenderme.

En esa época la gente se conducía sin apresuramientos, en cambio hoy se vive apurado, no se va tan seguido a la peluquería y no todos tienen la confianza par aconversas abiertamente, en fin, es una manera de vivir con un ritmo muy distinto.


Lulo Alvarez frente a su primera peluquería
en la Estación Arenales (foto actual)
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Con esta profesión que me posibilitó defenderme en la vida no me endioso con la gente, pero sí puedo decir sin jactancia que he recibido a través del tiempo un reconocimiento a mi trabajo y conducta a través de 69 años que llevo en el oficio.

Por último diré que frente a mi peluquería veía, en mi tiempo de soltero, pasar la vida, la desgracia, el amor, la humildad de la gente, los borrachos, en fin, todo pasaba por la esquina de mi pueblo tan chico, tan chico, que era suficiente el paso de una tropa de ganado para cubrirlo de polvo.


Rodolfo Alvarez Ríos junto a su primer sillón de peluquero de 1941 (Foto actual-junio 2010)
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Rodolfo Alvarez Ríos en su Peluquería EL TRÉBOL - foto actual (2010)
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