lunes, 25 de octubre de 2010

29 - Un regalo especial

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Cuadro pintado por R. Villafañe, regalo de los amigos al cumplir 85 años
(El frente de la Peluquería de la Estación Arenales)
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo), orgulloso con el regalo recibido
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Rodolfo Alvarez Ríos frente a la peluquería de la Estación, imagen en que se inspiró el pintor R. Villafañe para su cuadro.
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28- El farol

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Farol con que iluminaba la peluquería en Estación Arenales - 1935
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El farol se encuentra en la actual peluquería El Trébol de Junín
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viernes, 15 de octubre de 2010

27 - Panaderías

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De la siembra de palabras sobre la Estación trataré de reflotar una mención sobre Don Antonio Proenza -mi suegro-, inmigrante portugués, hombre muy recto, trabajador, honesto y muy confiado en la venta de pan, fiando a libreta cuando el cliente tenía problemas de fondos. Cosechó así, claro, algunas cuentas incobrables, lo que no quebró su conducta de confiar en su clientela. Muy abierto a la comunidad colaborando como Directivo del Club Sportivo y la Cooperadora de la Escuela Nº 2.

En su Panadería conocí como maestro de "pala" a Juan Acuña, -ahora con hotel en Arenales- que se casó con Rosa Bellome y vivía en la casa donde estaba la Peluquería de Martín Barrocal, lugar donde yo era aprendiz de peluquero.

También trabajaban el Chocho Brignoli, Lorenzo Barrocal que repartía la mercadería en el campo, más tarde ese reparto lo hizo mi cuñado Osmar en una "jardinera" y el hermano Gerónimo alias "El Pibe" repartía en el pueblo de Arenales en una jardinera techada, en esa tarea rutinaria de todos los días subiendo y bajando del estribo del transporte, casa a casa, con la canasta cubierta de pan, galleta y facturas con una sonrisa y siempre con un trato amable con los clientes.

María Deloste de Proenza
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Excepto Doña María, toda la familia trabajó en la panadería. Los varones diariamente en la "cuadra", en la amasadora, luego estirando la masa en la soladora, la mesa donde se corta el pan, colocándolos en tablones, los llevaban luegoa pieza a descansar la masa que más tarde pasaba al horno y de allí era volcada en los canastos, a "puerta de horno", hacia sus distintos destinos, reparto al campo, a la ciudad y atención del mostrador. En esta útlima tarea estaba la "Piba","Chichí", "Nelba" y "Nenucha", quienes se turnaban en la atención.

Así era la Panadería de Don Antonio, el encargado de fabricar en el pueblo lo primero que se pone a la mesa a la hora de alimentarse, el pan; quien generosamente solía dar "la yapa", una torta negra a los clientes.

De chico con el pan yo tenía una contradicción ya que de casa me mandaban a buscar el pan "fresco" y en la panadería me lo daban "calentito", creyendo yo que por fresco debía estar frío!



Antonio Proenza y María Deloste de Proenza
Foto de casamiento
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PANADERÍA MUTUVERRÍA


También hubo otra panadería en la Estación, fue de Mutuverría hermanos, que un ciclón o tornado la derrumbó en 1912. Luego estos hermanos fueron a instalar un Almacén y Despacho de Bebidas en el paso a nivel del camino a Gral. Arenales.
Esos cascos que yo traté cuando eran de edad avanzada tenían el negocio de gran mercadería y entre los estantes se exhibía yerba, azúcar, arroz, etc. Colgando de los tirantes del techo se podían ver monturas, palas, baldes, sogas, alambres que representaban un pequeño "Ramos Generales".

En el despacho de bebidas se reunían colonos de paso al pueblo de Arenales, que en su negocio se daban largas conversaciones donde el tema central era el tiempo y las cosechas, recostados junto al mostrador de estaño, donde se alineaban las copas.
Recuerdo a Don José detrás del mostrador, de paso lento, conversador, cabello y bigotes blancos, siempre una anécdota y una sonrisa y a Don Miguel, de baja estatura, de lento desplazamiento, cargado de kilos en su cuerpo grueso, él era el encargado de las compras.
Como anécdota un día salió a buscar mercadería a la Estación de Ferrocarril La Pinta, a 15 Kms aproximadamente, en su charret con dos caballos percherones de tiro y en un cajoncillo llevaba queso, lata de sardinas, fiambre, pan, cerveza, toda una vianda para el viaje. De regreso a la tarde llegó crgado el charret con bolsas de azúcar, harina, sal, cajón de fideos, cilindro de yerba, bordales de vino y mercaderías varias y... el cajoncito vacío, se había comido todo, qué tal?

Don Ambrosio era el que trabajaba unas cuatro hectáreas de tierra donde pastoreaban la vaca lechera y los caballos y sembraba el maíz para las aves y los cerdos, atendía la quinta de las verduras, era de físico delgado y me solía contar de su estadía en Cuba, cuando siendo muy joven lo envió España que ocupaba la isla.

En los quehaceres de la casa, la cocina y las aves, Doña Josefa, una vasca hecha toda bondad, apoyada por Francisca "Panchita", una dulzura de muchacha, de un trato amabilísimo, y el hijo, José "Gordo", muchacho tímido, bonachón, que arreglaba las radios alimentadas con acumuladores y atendía simultáneamente su trabajo y el negocio; era muy inteligente y por su entusiasmo con el fútbol fundó en 1937 el Club Jorge Newbery en la cancha frente al negocio.
En ese predio se armaba una carpa de arpìllera y se organizaban bailes populares, lo que duró unos cinco años. El "Gordo" era de contextura física fuerte, pero periódicamente sufría fuertes ataques de epilepcia, lo que fue minando su físico. Quedó al frente del negocio en sociedad con su cuñado Andrés Aguinalde, esposo de "Panchita", cuando murieron sus mayores.

Como anécdota, en el año 1971, el día 9 de diciembre se incendió el negocio y la casa de familia, quemándose totalmente. Para combatirlo, sin herramientas adecuadas, sólo con baldes, trabajaron los vecinos y gente que se trasladó de General Arenales. De esa lucha infructuosa con el fuego salió la inquietud de contar con un Cuerpo de Bomberos Voluntarios, lo que se cristalizó en el actual cuerpo que vino a llenar una gran necesidad para la zona y que desde su creación participó en innumerables siniestros.

En lo que respecta al negocio y casa de familia, se volvió a poner en marcha con la solidaridad de los clientes, amigos y casas mayoristas y funcionó hasta la muerte de todos ellos, terminó en lo que es actualmente, una tapera abandonada.

Valgan estas líneas como homenaje a una familia que supo vivir en la Estación Arenales y siguió siempore, separada de ella por poca distancia. Esta familia de noble raza vasca, tan prodigiosa en afecto, de una franquiza, solidaridad y honestidad sin reserva y que desgraciadamente no dejó heredero directo alguno en la posta de la vida. Con esta mención va mi humilde y emotivo homenaje en nombre de la Estación.

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26 - Almacenes con despacho de bebidas

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El primero que conocí fue el que tuvo mi finado padre, José S. Alvarez, en sociedad con Natalio Crocco.
Ocupaba un gran edificio donde después se instaló el Club Sportivo. Ese negocio explotaba el acopio de cereal, la venta de maquinarias agrícolas y la venta de mercadería comestible. Posteriormente, con la crisis mundial de 1929, dejó de operar.
También estaba la Magallanes, Perez y Cía., que por el mismo motivo cerró.
Más tarde abrió Casa Magallanes con venta de comestibles y tenía un surtidos de nagta Shell.

También estaba Casa Garrido que era un negocio de mercadería general, muy surtido, que después se trasladó a Gral. Arenales, la Casa Cerealera de Aimar Balbi en una oportunidad, y por poco tiempo, anexó Almacenes de Comestibles; y también Vicente Timoner con Almacén de Comestibles.

También estaba Eduardo Brassara con un pequeño Almacén de Comestibles con despacho de bebidas y tenía anexadas unas mesas para el juego de naipes. Luego Brassare le vendió el negocio a Miguel Navarro, quien a los pocos años se lo vende a Cirilo Coronel ya como Despacho de Bebidas y mesas de juego de naipes. Posteriormente Coronel se traslada a Gral. Arenales y le vende a Marcelo Colombo, un ferroviario que, al ser trasladado, se lo vende a Antonio Caprioli.
Todo esto ocurre mientras yo estaba en la Estación, fue el negocio que pasó por mayor cantidad de propietarios.



Mi padre- José Severo Alvarez (20 años)
17 jul. 1899 - 4 feb 1930


Estos almacenes que menciono con la vieja balanza de dos platos y un cajoncito perforado donde se colocaban las pesas de distinta medida, de mayor a menor, donde la mercadería se vendía suelta, muy poca era envasada como hoy en día y era frecuente ver el paquete hecho en papeñ blanco marca "Straza", donde el dependiente envolvía la mercadería con mucha práctica y donde el paquete, cualquiera fuera el tamaño, quedaba en forma de "empanada".

La venta con libreta era en esos lugares la única forma en que los clientes llegaran a fin de mes y los que trabajaban en la recolección de las cosechas se estiraban varios meses. Aún así se acostumbraba dar la "yapa" a los chicos -unas masitas con forma de animalitos.
En esos Almacenes con despacho de bebidas confraternizaban los colonos mientras realizaban sus compras y al atardecer caían los vecinos que regresaban del trabajoy se pegaban una vuelta para, con un vino o un vermouth por medio, confraternizar hasta la hora de la cena.

Hoy hilando recuerdos en el fondo de mi memoria oigo conversaciones de los pobladores que se reunían en los negocios, donde era frecuente ver los caballos atados a los postes o plantas de la vereda, moviendo el cabresto inquietos por las moscas entrre las varas del sulky y haciendo sonar la coscoja con la lengua los de montar, mientras sus dueños, sin apuro, despuntaban el vicio de las barajas y las copas.

También por un corto período funcionó una sucursal de la tienda "Blanco y Negro"; un mercado de González "Zubieta"; otro de Juan Navarro; una confitería de un yugoslavo de apodo "TOmasito", con mesa de billar y en la que era frecuente la legada de artistas ambulantes con piezas teatrales, guitarristas y cantores que dedicaban sus interpretaciones a los parroquianos que retribuían con algún dinero al "paso de la gorra". Esos artistas de esa forma hacían sus primeros pasos en el arte y quizás algunos de ellos llegaron a consagrarse en las primeras radios del país.

Mi Estación en su mocedad supo de la policromía de color que ponía en sus calles el diario vivir de sus habitantes, la tertulia de los vecinos así como también las veladas en los bares (llamados "boliches"), en los que se frecuentaban las tradicionales tendidas de trucho, mus, etc.
Y como no podía ser de otra manera también estaban los que solamente eran asiduos al mostrador, apoyándose en el "estaño", donde en un extremo en un cestante de hojalata apoyaban los vasos boca abajo y debajo del mostrador un balde de agua para enjuagarlos.

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miércoles, 25 de agosto de 2010

25- Día del Peluquero: 25 de agosto

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Un oficio... una vida...

Peluquería EL TRÉBOL

1941 - 1952 : Estación Arenales
1952 - 1958 : General Arenales
1958 - 2010: Junín

Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo)
69 años junto a su sillón
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) en su peluquería
de Estación Arenales, década del ´40
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EL PELUQUERO

Reciban mi saludo de amistad
en mi labor halagueña,
en mi negocio que es "peña"
de toda la vecindad,

toda noticia del barrio
hasta el último detalle
con el sentir de la calle
llega aquí, al comentario,

lo real, lo imaginario,
todo cae de perilla
mientras que sobre la silla
aguardando está el diario.


Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) en su peluquería actual
"EL TRÉBOL" - Junín 2010
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) junto a su primer sillón de 1941,
en su peluquería actual
"EL TRÉBOL" - Junín 2010
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PELUQUERÍAS

En mi niñez conocí tres peluquerías, las de Don Positeo Díaz, José Dorado y Ramón Gutiérrez.

MARTÍN BARROCAL

Cuando Díaz se ausentó yéndose a Buenos Aires, Martín Barrocal se instaló en la esquina donde en 1938 entré como aprendiz y para el año 1941 Barrocal se trasladó como Jefe de Teléfonos a la localidad de Berutti, así el día 28 de octubre quedé como patrón con mis escasos 16 años cumplidos.

Martín Barrocal
(década del ´40)
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De Martín todo lo que puedo decir es que para mí no fue un patrón, más bien encaja la palabra hermano, por el afecto que nos teníamos.

Como peluquero lo certifican quienes fueron sus clientes.

Fue muy serio y prolijo en su trabajo, muy buen jugador de fútbol de fuerte shot y muy inteligente y diestro con el balón; también jugaba muy bien a las bochas. Siendo normal y formal fue un muchacho ejemplar.

Como anécdota recuerdo cuando él se fue a la revisación médica para el Servicio Militar, a la ciudad de Mercedes, en 1939, estuvo ausente por una semana y se salvó de quedar incorporado.


Lulo Alvarez
(década del ´40)
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Por esa semana quedé al frente de la peluquería con mis escasos 14 años, atendía a los clientes y a la noche iba a dormir a la casa de él para acompañar a su madre, Doña Marcela, y a sus hermanas, Carola, Chola y Matilde, donde yo era el hombre a cargo de la seguridad, qué tal?

Con respecto a mi trabajo en la Estación puedo decir que en mi inicio trabajaba mucho en la afeitada semanal, y eso hacía más frecuente el contacto con el cliente.

Uno tenía tanto conocimiento de ellos que sabía de qué temas debía conversar con cada uno y cuales eran los temas que no se debían tocar jamás. Por lo tanto se familiarizaban con el profesional y le contaban los problemas cotidianos de sus tareas, confesiones personales, con una confianza tan afectiva que hasta los propios familiares ignoraban, y esa relación se llevaba al extremo de hacerlo participar en toda reunión familiar, cumpleaños, casamientos, etc.


Lulo en su peluquería (década del ´50)
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Los peluqueros éramos una familia de puntillosos observadores de la realidad y cronistas de la comunidad que nos rodea y siempre fueron número puesto para iontegrar la C.D. del Club y toda otra inquietud del barrio que lo tenía como integrante o vocero de todo reclamo comunitario. Por eso en mi inicio me tocó ser humilde ciudadano de consulta en mi comunidad, cuando las noticias recalaban en los mostradores de los negocios.

En la peluquería, en mi tiempo de la Estación, no había electricidad y unos pocos teníamos radio a acumuladores, la de pila no se había inventado, aún los diarios no se compraban tan masivamente como ahora, por lo tanto las noticias corrían de boca en boca. Ubicándonos en esa época se podrá comprender que mi peluquería era lugar de comentarios de fútbol. boxeo, carreras cuadreras, bailes, alguna colecta para ayudar al vecino apremiado generalmente por la salud. El peluquero se hacía práctico en todo los temas posibles, política local, internacional, tareas del campo, los deportes, lo artístico; en fin, sin ser expreto, he sido práctico para defenderme.

En esa época la gente se conducía sin apresuramientos, en cambio hoy se vive apurado, no se va tan seguido a la peluquería y no todos tienen la confianza par aconversas abiertamente, en fin, es una manera de vivir con un ritmo muy distinto.


Lulo Alvarez frente a su primera peluquería
en la Estación Arenales (foto actual)
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Con esta profesión que me posibilitó defenderme en la vida no me endioso con la gente, pero sí puedo decir sin jactancia que he recibido a través del tiempo un reconocimiento a mi trabajo y conducta a través de 69 años que llevo en el oficio.

Por último diré que frente a mi peluquería veía, en mi tiempo de soltero, pasar la vida, la desgracia, el amor, la humildad de la gente, los borrachos, en fin, todo pasaba por la esquina de mi pueblo tan chico, tan chico, que era suficiente el paso de una tropa de ganado para cubrirlo de polvo.


Rodolfo Alvarez Ríos junto a su primer sillón de peluquero de 1941 (Foto actual-junio 2010)
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Rodolfo Alvarez Ríos en su Peluquería EL TRÉBOL - foto actual (2010)
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miércoles, 24 de febrero de 2010

24- Imágenes de la Fiesta del Centenario de la Escuela Nº 2

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Aida Proenza de Alvarez (Nenucha), Esterina y Valenta Brignoli, Lulo Alvarez, Osmar Proenza, Amalia de Zanín de Proenza, Nélida Proenza (Chichí), Nelba Proenza de Villamayor
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Pepe Pérez, Livio Fementini, Lulo Alvarez, Aida Susana Proenza de Alvarez (Nenucha), Nelba Proenza, Amalia Zanín de Proenza
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Raquel Armando y Lulo Alvarez
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Olga González - Osvaldo Magallanes, Olga Barrocal, Cata Magallanes de Barrocal; Chichí, Nenucha y Nelba Proenza - detrás Ricardo Couso - Matilde Rivas
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Luis Couso, Osvaldo Magallanes de espaldas, Nelba Proenza de Villamayor, Cata Magallanes de Barrocal, Lulo Alvarez firmando libros
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23- Más fotos de los festejos


*Negro Armando, Lulo Alvarez, detrás, de perfil, César Nicolás, Valenta Brignoli, Nelba Proenza, Nenucha Proenza, sentado Osmar Proenza
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Aida Susana Proenza de Alvarez, Pepe Pérez, Livio Fermentini, Lulo Alvarez, Nelba Proenza, Amalia Zanín de Proenza, Nélida (Chichí) Proenza de Vaschetto
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Lulo Alvarez, Valenta y Esterina Brignoli, Nelba Proenza de Villamayor, Aida Proenza de Alvarez, Osmar Proenza, Amalia de Proenza, Nélida de Vaschetto, Mirta Taberna, Enrique Villamayor.
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Raquel Armando, Olga Paglia (maestra), Olga González, Lulo Alvarez (firmando ejemplares del libro), Olga Barrocal, Cata Magallanes de Barrocal, Amalia Zanín de Proenza, Nelba Proenza
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Pedro Ríos, Lulo Alvarez
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martes, 23 de febrero de 2010

22- Un reconocimiento especial



Coco Vaninetti, Marta Barrocal y Dorita Bava entregando una plaqueta recordatoria a Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo), en reconocimiento a la tarea llevada a cabo para los festejos del Centenario.

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Coco Vaninetti y Dorita Bava (ya fallecidos) junto a Marta Barrocal entregando plaqueta.

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martes, 16 de febrero de 2010

21- La torta del centenario

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Torta del Centenario de la Escuela Nº 2 de Estación Arenales
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Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo), Lilia Susana Alvarez Proença, Aida Susana Proenza de Alvarez (Nenucha) y Nélida Proenza de Vaschetto (Chichí) junto a la torta.
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Pancho Corvalán, Aida Susana Proenza de Alvarez (Nenucha), Nélida Proenza de Vaschetto (Chichí) junto a la torta del Centenario
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20- Baile Aniversario Escuela Nª 2

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Imágenes del baile durante la Fiesta Aniversario de la Escuela Nº 2





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19- Los colaboradores

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Imagen de la cena realizada el 11 de enero de 1999 entre quienes colaboraron para realizar la fiesta del Centenario de la Escuela Nº 2
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martes, 9 de febrero de 2010

18- Escuela Nº 2, poema

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Frende de la Escuela Nº 2 - Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) junto a la directora del establecimiento y el intendente Rodolfo Arata descubriendo una placa recordatoria del centenario el 5 de septiembre de 1998
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ESCUELA Nº 2

No fui rebelde en mi banco
mas bien sabía escuchar
pero... cómo esperaba la campana
para salir a jugar!

Es que la edad de la infancia
no entiende la responsabilidad
que los años, a la distancia,
nos muestran la realidad.

Mis maestras y sus lecciones
explicaban con sentimiento
todo su predicamento
y sus recomendaciones.

Si preguntaban por abecedario
mi letra "A" hacía punta,
y si no entendía la pregunta
me quedaba sin vocabulario.

Mi Escuelita de la Estación
hoy te vuelvo a ver,
repasando el ayer
te recuerdo con amor.

Y, qué lindo sería!
poder regresar,
volver a empezar,
con toda la alegría,
y al llegar, con emoción,
si me preguntas diré:
me he preparado esta vez,
te contesto con el corazón.

Lulo Alvarez

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Frente de la Escuela Nº 2 - Estación Arenales

Fuente: arenales.8k


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17- El centenario de la Escuela Nº 2

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El 5 de septiembre de 1998 se realizó la fiesta conmemorativa del centenario de la Escuela Nº 2 de General Arenales.
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Concurrieron a la fiesta autoridades municipales, el intendente Rodolfo Arata, autoridades provinciales, delegaciones de escuelas del distrito, de diferentes agrupaciones folklóricas y numeroso público.
Los animadores del festejo fueron Dorita Bava y González, ya fallecidos, a quien el autor de este blog recuerda afectuosamente.
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Aquí algunas imágenes de los festejos desarrollados durante el día, donde lo destacable fueron los recuerdos emotivos de todos los concurrentes.
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En las dos fotografías, Rodolfo Alvarez Ríos (Lulo) contando algunos recuerdos escolares a la concurrencia. Parte de sus palabras fueron publicadas aquí, en el post anterior.
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Plantando el árbol del centenario junto a Víctor Pérez, Coco Vaninetti y el intendente Rodolfo Arata
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Esperan el comienzo del acto: Margarita Bustamante, Nelba Proenza, Nélida (Chichí) Proenza de Vaschetto y Aida Susana (Nenucha) Proenza de Alvarez.
Detrás puede verse el escenario armado en la Plaza de la Estación Arenales.
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Parte de la concurrencia a la fiesta en la plaza
Horacio Eguía, Josefa Elizalde de Eguía, Aida Susana Proenza de Alvarez, Nélida Proenza de Vaschetto y Nelba Proenza de Villamayor
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Ricardo Couso, Polola Olano, Luis Couso, Lulo Alvarez y Jorge Couso en el frente de la Escuela Nº 2
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Luis Couso conversando con Lulo Alvarez
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domingo, 31 de enero de 2010

16 - La escuela

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Centenario de la Escuela Nº 2 Estación Arenales

Clase alusiva con la docente Nélida Armando. En los bancos, Delia Puyó, Nelba y Chichí Proenza, Ana María Barrocal, Lulo Alvarez, Aida Proenza (Nenucha) y detrás Camilo Alvarez
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Vengo en busca del saludo cordial, la serenidad y la cordialidad de la gente de mi Pueblo, y amaso la memoria y junto las ideas que andan volando como bandadas de pájaros para disfrutarla con los amigos, por los senderos de las calles, las veredas y la plaza de mi Pueblo que caminé, y estas cosas están fundidas y adheridas a mi cuerpo, como el perfil de mi madre, y con este retroceso en el tiempo, estoy entrando a la Escuela, mi segundo hogar, y desde el fondo de los años que se fueron, quiero rescatar el tiempo del guardapolvos blanco, el tiempo que me apliqué al verbo aprender.

Hoy me parece regresar de unas largas vacaciones y al trasponer la puerta de la escuela me encuentro con mis compañeros de tareas y juegos y están reciclados en mi memoria los apellidos de los hermanos Salvatierra, Olano, Pieri, Otermín, Corvalán, Puyó, Proenza, Magallanes, Woodman, Arce, Fementini, Nicolás Bonnot, Medina, Balonga, Guzmán, Massa, Averasturi, Ceballos, López, Baroni, Balerio, Diplácito Navarro, Rivas, González, Gómez, Ratto, Grossi, Zanotti, Armando, García, Gorosito, Arroyo, Rodríguez, Barrios, Ríos, Canavesio y otros que la mezquindad de mi memoria me los está negando.

Era un ramillete de pibes de la Estación, de las quintas linderas y del campo, que llegaban en sulky o montados en caballos y ese bullicio en el patio bajo la enorme planta de cedro, donde juntábamos las bellotas caídas. Y al primer campanazo todos nos dirigíamos a formar fila, saludando a la bandera con la canción Aurora y entrábamos el aula con el "buenos días señorita".

Me veo sentado en el banco apoyando los codos en el pupitre, a mi lado Manolito González, adelante Jorge Puyó y Aldo Pieri y atrás Mauricio Diplácito y el "gringo" Arce. En el medio del pupitre, insertado en un agujero, el tintero -que nos obligaba los días sábado a borrar con papel de lija los borrones que nuestra imprudencia ocasionaba.

Veo el mapamundi sobre la biblioteca, el cuadro de San Martín al frente precedido por el de Manuel Belgrano y a un costado el de la Primera Junta.
Flores sobre el escritorio y de pie, con la elegancia de su estatura y la dulzura de su trato, al lado del pizarrón, con el borrador en la mano izquierda y una tiza en la derecha, mi inolvidable maestra de primer grado, la Srta. Aurelia Castorino, la que guió mi insegura mano en los primeros trazos a lápiz, esos palotes derechos, inclinados o atravesados que a veces se salían del cuadriculado de la hoja.

Tengo presente a la Srita, Directora Elena Garmendia, de caracter fuerte y que vivía en la escuela; y en los grados posteriores a Isabel Rodríguez, la Sra. Sánchez de Vázquez, la Srta. Elba Paglia, la Srta. Casanova y la más joven, Nélida Armando; todas ellas nos prodigaban amable y cariñoso trato, que con sensibilidad iluminaban nuestro cerebro, nuestro corazón y nos abrían el camino, señalándonos el sendero que nos llevaba a la meta del saber, con esas lecciones que nos explicaban y atentamente escuchábamos con la mejilla entre las palmas de las manos y si habíamos entendido levantábamos la mano con un "yo señorita!", caso contrario, nos encogíamos en el banco para que no nos llame.

La docente Elba Paglia (al centro), Nenina Boneto y Lulo Alvarez durante la fiesta del Centenario de la Escuela Nº 2 de Estación Arenales, 5 de septiembre de 1998.

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Con todas ellas ingresé al mundo de la lectura, la caligrafía, aritmética, geografía -con el dibujo de los mapas del territorio- y comencé a tutearme con apellidos de los próceres de la historia de nuestra patria.

Me veo salir al recreo con mis compañeros jugando a la "chapita" que traían los chocolatines "kelito" y "Starosta", jugando a la "payana", la"bolita", el "chafle" y las chicas que ocupaban una franja del lado derecho del patio, jugando a la "mancha", el "Martín Pescador", el "arroz con leche", el "tejo", cantando y haciendo rondas.

Y en esos entretenimientos nos sorprendía el tañido de la campana que nos llamaba a la realidad, al reinicio de la clase.

Ingresé a la escuela en 1933, estaba frente a la plaza donde quedó parte del mundo de mi infancia, con ilusiones viajeras y en esa invisible línea que une el presente con le pasado, oigo resonar aún las voces, las risas, los pasos conocidos de mis compañeros, y siento dolor y lágrimas; son los valores de la infancia los que hacen volver a soñar, y me pregunto por qué el destino se llevó tan jóvenes a algunos al camposanto, donde los recuerda una placa y una flor, y entre qué caminos y laberintos perdió la vida a muchos de ellos, que el destino na ha posibilitado el reencuentro.

Hoy desde el rincón de mis silencios elevo este recuerdo nostalgioso para mis maestras y compañeros de Primaria.

Texto: Fragmento de las palabras dichas por el autor durante la fiesta conmemorativa del centenario de la Escuela Nº 2 de Estación Arenales - 5 de septiembre de 1998

martes, 19 de enero de 2010

15 - Estuve en la Plaza

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Planta de magnolia
Plaza de Estación Arenales - 1997
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ESTUVE EN LA PLAZA


Para qué ir a la Estación
si ahí no me espera nadie,
se me han ido los amigos
y no tengo familiares.
Esa pregunta me hice
y solo me contesté,
-también vuelan las perdices
y al tranco suelen volver-
y he de volver por si acaso
alguno quedó por ahí,
y tan pronto lo decidí
que regresando, apuré el paso.

Estoy caminando
la tierra de mis mayores,
en la que anduve gateando
allá en tiempos mejores.
Camino despacio, sin apresurarme,
bajo la sombra de plantas añosas
que el paso del tiempo hizo frondosas,
me siento tan cómodo, quisiera quedarme.

Entré a la Plaza
de mi querida Estación,
en busca de una esperanza
y se me quiebra el corazón,
busqué el banco, donde dejé
una promesa de amor,
y ya no estaba ese banco
que compartimos los dos.
Sigo transitando en ella
con pensamientos diversos,
en mis amigos, dispersos
quien sabe con qué estrellas.
Dame una luna brillante
que entre en la Magnolia en flor,
y que tan sólo un instante
brille, en la querida Plaza
mi Plaza de la Estación.

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14 - La plaza

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Plaza de Estación Arenales - 1998
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Por referencia que tengo fue construida y diagramada por don Patricio Fiore en 1912.
Estaba rodeada por gruesas cadenas afirmadas en postes de quebracho colorado y se transponía a la Plaza por medio de ocho molinetes diseminados en su alrededor y adentrto de ella nos encontramos con doble hilera de árboles que daban una hermosa sombra y estaba construida de ocho canteros de forma triangular de 60 grados cuyos vértices convergían al centro de la misma, donde había un cantero central con la forma de una cruz Svástica con bancos de madera con respaldo, contaba con 10 canillas para el riego, alimentadas por un molino a viento que estaba en la casa de doña María Couso.

Yo la conocí con una variedad de plantas florales y arbustos de adorno y era una hermosa pincelada de color y perfume. En mi edad de purrete recreaba el verbo jugar y también supe trabajar. Mi padrastro Antonio Elizalde era placero y yo con mis ocho años compartía la escuela con la plaza, aprendí a carpir, cortar pasto, trasplantar, hacer almácigos, podar, atender la iluminación que consistía en cuatro sonámbulos faroles Petromax. Era el único alumbrado público en la comunidad. Luego ya adolescente nos mandábamos al paseo de chicas y muchachos del lugar, donde alguna vez grabé mi nombre en algún árbol, y hoy oigo conversaciones y risas en el fondo del tiempo de mi plaza y sigo considerando el perfume de mi planta favorita, la Magnolia, con sus flores de pétalos blancos y gruesos que son como espejos cuando los alumbra la luna creciente.

Con el tiempo sufrió el despojo de los cómodos bancos de madera que actualmente están en la plaza de General Arenales, en su lugar pusieron bancos de cemento que resultaron frágiles y con el tiempo se fueron deteriorando. El segundo despojo lo ocasionó un intendente irresponsable, le sacaron las cadenas dedjándola desnuda, en mi apreciación, los postes de la plaza actualmente están a los costados de la entrada al Cementerio, como custodiando sus muertos de la Estación.
Hoy mi plaza no tiene canteros, está sin plantas florales, es lisa como un pòtrero, no tiene demarcación de límite y su extensión se confunde con la cale.
El motivo del encadenado de la Plaza se debía a que en su época había muchos animales sueltos y eso impedía que entraran al predio y se comieran las plantas, aún así algunos se animaban. Cuando le sacaron las cadenas ese problema no existía pero aún así no se justificaba porque ellas marcaban un límite que hoy no tiene.

Desde estos renglones hago un pedido para el tiempo de los tiempos que cuiden la planta de Magnolia -que para mí debería ser considerada árbol histórico- porque ella representa una parte de la historia de varias generaciones. En lo que a mí respecta tengo en mis fosas nasales la sensación del perfume que emanaba de la blanca porcelana de su flor y no me puede pasar algo mejor.


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